El pasado 21 de octubre, Juan Godoy y Chiara Rocha fueron premiados por su participación en el 8vo. Concurso Nacional de Cuentos Cortos organizado por la Academia Nacional de Ciencias.
Aquí les dejamos el cuento premiado ¡A disfrutarlo!
Aquí les dejamos el cuento premiado ¡A disfrutarlo!
El poroto, la semilla del cielo
Había
una vez un pequeño pueblo indígena que habitaba entre cerros y praderas. Su
problema y mayor preocupación eran que sus jóvenes guerreros y cazadores
sufrían frecuentes derrotas porque eran muy débiles. Ellos se alimentaban
solamente a base de maíz, algunas pocas verduras como el zapallo ya que la
carne, en esos lugares, era muy escasa, y era común que sufrieran las burlas y
los constantes saqueos por parte de las tribus vecinas.
Nehuén,
el cacique mayor, estaba muy preocupado y cada mañana se alejaba de la tribu y
le pedía al dios de los cielos que le diera una solución para su problema
porque sabía que él les daría lo que necesitaban. Y aunque él no recibía
respuestas lo seguía intentando.
Un
día, sufrieron un gran ataque por parte de la tribu más fuerte de todo el
valle. Todos sus alimentos fueron quemados y sus pocos animales raptados.
Fue
en ese momento cuando Nehuén le dijo a aquel pequeño poblado, que estaba en
ruinas, que lo acompañaran al pico más alto del valle y les ordenó que lo rodearan
mientras cantaban canciones a su dios. Y así
fue como lo hicieron, todo el pueblo, incluidos los ancianos y los
niños, saltaban y aclamaban para que se les diera una solución.
Cada
día durante cuarenta días lo siguieron haciendo y por más que no tenían lo que
deseaban, ellos no perdían su alegría y su esperanza.
Cuando
llegaron al último día, se podía hacer visible que se aproximaba una gran
tormenta como ninguna otra que hubiesen visto antes y un gran viento se desató
entre ellos. Cada familia corría de un lado a otro buscando algún lugar en
donde poder refugiarse. Aquella tormenta fue de gran magnitud pero pudieron
observan que lo que caía de las nubes no era agua, sino una especie de semilla
con forma de corazón. Esas semillas eran blancas, negras, rojas y amarillas. Al
instante, supieron que eso era la repuesta por parte de su dios y se les ordenó
a las mujeres y a los niños que fabricaran canastas y recolectaran todas las
semillas que pudieran. También se les dijo que separaran una parte de lo que se
había recolectado para poder cultivarlo.
Pero
el problema estaba en que no sabían cómo cocinarlos, y también se pensaba que podía contener algún veneno
nocivo para los seres humanos. Pero no tardaron mucho tiempo en poder descubrir
cómo y con qué alimentos se podían combinar para poder consumirlos.
Fue
así como las mujeres se reunieron y decidieron realizar una especie de guisado
con aquellas semillas llamadas porotos, maíz y todas las verduras que pudieran
recolectar en todo el valle.
A
la mañana siguiente, las mujeres con sus hijas se esparcieron por todos los
rincones de su territorio y buscaron todas las verduras posibles para el
consumo, mientras que los varones se esmeraban para fabricar vasijas,
recolectar leña para el fuego y construir
la mejor tienda del lugar.
Aquella
noche se realizó una gran celebración porque su dios los había escuchado y se
sirvió en platos hondos el guisado que contenía las semillas, el maíz y
calabaza que se había preparado.
Al
pasar los días se pudo ver cómo los jóvenes se empezaban a fortalecer y podían
resistir ante el ataque de los vecinos enemigos y en la caza podían durar mucho
más tiempo. Se dice que se pasaban días buscando a su presa hasta poder cazarla,
sin debilitarse.
Desde
ese entonces se siguió preparando ese guisado que hoy lo conocemos como locro y
es una gran fiesta compartirlo en días especiales con los seres queridos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario