Cuento premiado: "Nuestra historia"

El pasado viernes 21 de octubre Chiara Rocha Godoy asistió a la premiación del Concurso Nacional de Cuentos Cortos organizado por la Academia Nacional de Ciencias. Su cuento titulado "Nuestra historia" obtuvo el 2do. premio dentro de la categoría Ciruela, en la que participaron 101 trabajos.

A continuación compartimos el cuento ganador

¡FELICITACIONES CHIARA!

 
Nuestra historia
            Todo empezó hace más o menos 20 años, cuando era el Agustín de 14 años, sin responsabilidades o por lo menos no las que tengo ahora. Me habían dado por milésima vez, la tarea de germinar un poroto, algo tan común, algo que todos hicimos, por lo menos una vez, en la primaria. El mismo día que me dieron esa tarea presentaron a una chica nueva en nuestra aula, ella, al parecer, era un poco más chica que yo, vi algo en ella que me gustó, no sé qué, pero me gustó, aún sin conocerla. La tarea de germinar el poroto era una actividad de a dos, pero a los grupos los armaba la profe de Biología, lo que me pareció un poco raro, pero no le di tanta importancia, lo que me llamó la atención es que todos los grupos estaban conformados por un chico y una chica, después entendí el porqué. La cuestión es que... me pusieron con LA CHICA NUEVA! yo estaba muy feliz y nervioso... y colorado también, pero traté de ocultar que estaba emocionado, además ni la conocía... y si era una psicópata o una loca... o simplemente el loco era yo. 
            Se ve que estuve algunos minutos metido en mi cabeza, porque de la emoción, no vi que entró la profe de Ciudadanía y Participación y que estaba hablando de algo. Yo no entendía por qué estaba ahí, así que le pregunté a mi mejor amigo, Pablo, qué hacía ella ahí. Él me respondió que estaba explicando que el proyecto del poroto no era cualquiera y blablabla. Tampoco le presté tanta importancia a su explicación porque escuché que la profe dijo que cuando terminase la explicación nos tendríamos que sentar con la persona que nos había tocado... y eso me puso más nervioso aún. También escuché que la profe dijo que no era una germinación de un poroto normal, sino que era que lo teníamos que criar como si fuese ¡¡UN HIJO!!, SÍ, ¡¡UN HIJO!!!. No tengo ni idea por qué, no le presté atención a la explicación... y ahí fue cuando me cayó la ficha por qué era ¡una chica y un chico!. Y ésta "tareíta" duraba  más o menos ¡¡TRES MESES!!
            Como esa era la última materia que teníamos, al día siguiente le conté a Pablo lo que me pasaba con esa chica, con "la nueva". Él me respondió con un "con razón te pusiste rojo" y muchas risas.
            Ese mismo día, pero a la tarde, me junté con Clarita, así se llamaba, para poder realizar el trabajo. Ahí vi, por primera vez su casa. Tuvimos que investigar mucho por internet, para saber exactamente cómo germinar el poroto. Por más que hubiésemos hecho esta tarea durante casi toda nuestra infancia, no nos acordábamos tanto sobre cómo había que germinar el poroto. También había que hacer un informe de la germinación, así que teníamos que buscar muchísima más información.
            En  un libro que había conseguido Clara leímos los elementos que necesitaríamos:
-Algodón.
-Agua.
-Lugar donde llegue luz solar.
-Compotera (preferentemente transparente así se podían ver las raíces y tener una mejor visión del experimento).
            Y yo con mi “voz de hombre” me dispuse a leer los pasos que seguiríamos. Había estado todo la tarde buscando una carpeta del año anterior donde la profe nos había explicado los pasos a seguir. Entonces quise lucirme y comencé la lectura:
1er paso: Agarrar la cantidad de porotos que se quiera para germinar y una compotera.
2do paso: Agarrar el algodón y tapizar la compotera con este. Cuando ya haya una capa mediana de separación de algodón poner los porotos y tapar con otra capa de algodón pero más fina.
3er paso: cuando ya esté la compotera lista, tirar un poco de agua. Que no tape el algodón.
            Al final decía que una vez que tuviésemos la compotera lista, debíamos poner la germinación en un lugar donde llegase luz solar y regarla cada 24 horas.
            Así hicimos, seguimos cada paso al pie de la letra, estábamos entusiasmados por ver los resultados que nos arrojarían 2 semanas de germinación. La idea que teníamos era que creciera un poco y luego trasplantarla, colocarla en un lindo rincón de mi jardín.
            Esta experiencia hizo que nos fuéramos conociendo todos los días un poquito más. Y mientras más la conocía, más me gustaba. Era una cosa que no podía evitar, estaba loco por esa chica. No sabía por qué me pasaba esto, creo que fue amor a primera vista, aunque yo no creía en esas cosas, hasta que la conocí a ella. Cada vez que la miraba me quedaba atrapado en sus ojos. Pero no me animaba a decirle nada fuera del proyecto, y de mis chistes, claro. Tenía mucho miedo de que me rechazara. ¿Y sí ella me veía sólo como un amigo?... o ¿si ni siquiera eso? ¿Se nota que estaba nervioso? Un poco ¿no? Es que ella me ponía nervioso, para colmo con el trabajo ese, ni te cuento...
            A la segunda semana ya conocía a casi toda su familia, pero, lamentablemente, pero no por ser novios, sino porque nos teníamos que juntar seguido para anotar los avances de la germinación de nuestro “hijo”, Santiago, sí, ya le habíamos puesto nombre. Ya sé éramos un poco locos para ponerle nombre a un poroto, ¿no? Ya estaba más relajando ante su presencia, no me ponía nervioso, bueno, no tanto como cuando nos dieron la tarea de cuidar al poroto. Hablando del poroto... ya nos estábamos volviendo expertos en esto, porque ya lo cuidábamos muy bien y estábamos muy coordinados.
            A la tercera semana, no pasó casi nada interesante, solamente nos dieron una pequeña nota de cómo iba yendo el trabajo y nos sacamos un 8. Sólo noté un comportamiento un poco raro de parte de ella, como que me buscaba más y me miraba de otra forma.
            Al mes, se terminó, por fin, la tarea de cuidar al poroto como si fuese un bebé. Las profes de Biología y Ciudadanía y Participación, nos dijeron que fuimos el mejor grupo y que se notaba que nos llevábamos muy bien. 
            Finalmente, después de 2 meses de conocerla, me animé a confesarle lo que me pasaba con ella, obviamente con muchísimos nervios encima. Estuve como una semana preparando qué decirle, para que no hubiera ningún error. Se lo dije a la salida de la escuela, le pedí que fuéramos a hablar algo de la tarea del poroto. Así empezó la conversación, le dije que todavía tenía el poroto y que era una planta hermosa. Después de eso le dije que me gustaba.
            Diez años después, le dije que organizaría una salida hermosa para nuestro aniversario. Fuimos al cine y después fuimos a cenar. Llevé el poroto que germinamos diez años antes, era para algo especial. En la cena, cuando íbamos a ordenar el postre, le pedí que saliéramos afuera un minuto, ella aceptó. Le mostré la germinación y le pedí matrimonio.
- ¡A comeeeer!- dijo “la nueva”
- Bueno Larita, ¿te gustó la historia de cómo nos conocimos con mamá?- dije
- Sí, pa, y todo fue culpa de un poroto, lo que estoy haciendo yo, pero no creo que me case con alguien por eso
- Espero que no Lara,jajaja
- Jajaja
- ¿De qué se ríen tanto?- Preguntó mamá
- De… nada jajajaja- Dijeron Agus y Lara.
 
 

1 comentario: